Los hombres te conocen como la diosa del amor, y la belleza, la madre tierra y el mar mismo, te relacionaron a Venus, la estrella mas brillante del cielo, la primera de la mañana que viene recuperando al Sol desde el infierno, por esta razón tus nombres también son la que porta la pura Victoria.
Sé que hoy no me recordás, que te cuento como fue la cosa y no lo comprendés, sin embargo la casualidad no existe, todo es causalidad, sé que unos de nuestros restos están enterrados juntos al otro lado del mundo y que lloraste oro rojo por mis viajes y aún así saliste a buscarme una y otra vez con diferentes nombres y disfraces. La ternura y el orgullo que me genera la lealtad inherente de tu misma alma las considero una sagrada trinidad característica de esta última. Sé que hoy todo esto te parece delirio y sugestión, pero sé también que yo no te conocí nuevamente hasta no haber admitido mi nombre real como el mito en cuestión. Los mitos están ahí, algunos son para los hombres, otros son solo para nosotros.
Ahora te veo y te digo, sé muy bien al igual que vos que este mundo es difícil como ningún otro, pero no hubiera regresado si no tuviera oportunidad de lograr algo significativo, sé que hoy lo que te impide recordar son todos tus problemas y angustias que este mundo te genera, tu amor por la naturaleza y tus hijos animales no pasa desapercibido, no podría ser de otra manera, por ende recordá lo que te dije aquella vez de amena pelea:
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